sábado, 25 de junio de 2011

Capitulo 37.

Lena se levantó y fue al baño. Miré alrededor del bar. Era bonito. Tenía cuadros de diferentes colores y escenas. De repente, sentí como si alguien me vigilara. Miré una de las mesas. Había un chico sentado. Tenía una capucha y unas gafas negras. Apuesto lo que sea a que era el que me empujó antes. Me quedé mirándolo. Me miró durante varios segundos, luego, sonrió.
Lena: Bueno, ya estoy. –dijo sentándose-
Yo: Lena, sé descarada, ¿vale? Mira, creo que el chico que está ahí sentado es el que me empujó antes. –le dije en el oído-
Lena: ¿Qué chico Fanny? No veo ninguno. –miró por todo el bar-
Yo: Pero.. –miré cada esquina del bar y todas las mesas- Si había un chico justo ahí –señalé la mesa en la que estaba sentado-
Lena: Ay.. Primita que ya tienes hasta visiones.. ¿Qué? ¿Te enamoraste del chaval ese y ahora lo ves en todos lados? –rió-
Yo: No, Lena en serio, estaba ahí.
Lena: Vale, vale.. Te creo.. Se habrá ido porque tenía prisas. Ahora, vamos a pagar y te compramos unos zapatos que peguen con ese vestido , ¿te parece?
Yo: Sí, pero, ¿Tú no te vas a comprar un vestido?
Lena: Yo me compré mi vestido hace una semana. Después te lo enseño. –Se levantó y se dirigió a la barra-
Cogí la mochila y guardé las cosas que había encima de la mesa. Me acerqué a Lena.
Yo: Lena, te espero fuera.
Lena: Vale, pago y salgo.
Salí a la puerta. Saqué la cámara y miré las fotos. Iba a guardar la cámara cuando vi al mismo chico en la esquina, apoyado en la pared y mirándome. No sabía si llamar a Lena o ir hacia él. Quizás si llamaba a Lena, se iría, y si iba hacia él también se iría. Encendí la cámara mientras miraba hacia otro lado haciéndome la tonta. Conté tres, me di la vuelta, apreté el botón y saqué una foto. Increíble. Había desaparecido, otra vez. Miré la foto que había sacado. Sólo salía su pie mientras daba la vuelta a la esquina. Tenía que haber sido más rápida. Borré la foto. En ese momento Lena salió del bar.
Lena: ¿Estás viendo las fotos? –sonrió-
Yo: No es que.. –me quedé pensando- Sí, las estaba viendo. Bueno, ¿Y dónde vamos ahora?
Lena: Vamos a la zapatería de aquella calle. –señaló una calle que había en frente-  Tienen unos zapatos de tacón muy bonitos, a lo mejor alguno te gusta.
Yo: Vale. –dije mientras guardaba la cámara-
Cruzamos la acera. De vez en cuando miraba hacia atrás para ver si veía al chico de la capucha y decírselo a Lena, pero seguramente, él sería más rápido y volvería a escaparse.
Entramos en la zapatería. Lena tenía razón. Había un montón de zapatos de tacón de muchos colores. Pero, sólo unos negros me llamaron la atención. Me acerqué a ellos y los cogí.
Yo: Me gustan estos. –se los mostré a Lena-
Lena: Mm..Sí, son bonitos y pegan con tu vestido. Voy a pedir tu número.
Lena se acercó a la dependienta y le pidió mi número. En cuestión de pocos segundos, la dependienta apareció con una caja del mismo modelo. La abrió y me los dio.
Yo: Gracias. –cogí la caja-
Dependienta: De nada –sonrió-
Me quité el zapato izquierdo y me probé el que me trajo la dependienta. Me levanté y comencé a andar por la tienda. No me hacía mucho daño y se veía elegante.
Yo: Me llevo éste. ¿Cuánto es?
Dependienta: Son 46 dólares.
Yo: Vale.
Me volví a sentar, me puse mis zapatos y guardé los otros en la caja. Saqué mi monedero de la mochila, cogí la caja y me acerqué al mostrador.
Lena: Te lo pago yo. –dijo sacando 50 dólares de su cartera-
Yo: No, ni hablar. Lo voy a pagar yo.
Lena: Fanny, déjame que te los regale yo.
Yo: .. Bueno, si es lo que quieres.. Pero me sabe mal..
Lena: No te preocupes. –dijo dándole el dinero a la dependienta-
Le dio el cambio, metió la caja en una bolsa y salimos de la tienda. Miré a la derecha. ¡Otra vez el chaval!
Yo: Lena, mira a tu derecha. –le susurré al oído-
Lena miró a su derecha y después a su izquierda.
Lena: No veo nada, ¿Qué había?
Yo: ¡¿Qué?! –dije mirando a mi derecha- ¡A desaparecido otra vez! ¡Estaba ahí! –señalé el lugar en el que se encontraba- ¡Enserio!
Lena: Vale Fanny, vámonos a la casa ya, porque creo que el refresco de antes te está afectando –me tocó la frente-
Yo: No Lena, enserio. –le aparté la mano- ¡Te juro que estaba ahí!
Lena: Bueno, bueno, no te pongas así. Vámonos ya anda.
Comenzamos a caminar por donde habíamos venido. Así hasta llegar a la casa. Lena sacó las llaves y abrió la puerta. Ella entró primero. Acto seguido entré yo, me giré para cerrar la puerta y allí estaba. El niño misterioso. Sentado en el banco de la acera de en frente, mirándome. Salí fuera. Me froté los ojos y volví a mirar. No, no era un espejismo o algo parecido. Era él.
Yo: ¡¿Quieres algo?! ¡No sé, es que llevas todo el día siguiéndome! –grité-
Pero él ni se inmutó. Se levanto muy despacio y comenzó a caminar sin mirarme, o eso me hacía creer. Dio la vuelta a una esquina y desapareció. Lena se acercó a mí.
Lena: ¿A quién le gritabas? –preguntó preocupada-
Yo: Al chaval de antes. Estaba sentado en el banco. Creo que nos ha seguido durante todo el día.
Lena: ¿Enserio?
Yo: Sí, pero cuando le he gritado, se ha levantado y se ha ido como si nada. –cerré la puerta-
Lena: Pff.. La juventud de hoy en día. –agachó la cabeza-
Yo: Ni que lo digas. –reí-
Lena entró en el salón. Estaba vacío. Entré en la cocina. También estaba vacía. Fui a donde estaba Lena.
Lena: ¡¿Hola?! ¡¿Hay alguien?! –gritó-
Pero no hubo respuesta. No había nadie, sólo nosotras dos.
Lena: Bueno, creo que estamos solas.
Yo: No, solas no. Están los cadáveres, ¿recuerdas?
Lena: ¡Ah! Claro, ¡cómo olvidarlos! –rió mientras se daba un pequeño tortazo en la frente-
Yo: Anda muerta, vamos a hacer algo de comer. –entré en la cocina-
Lena: Mm.. ¿Qué te parece si pedimos una pizza? Es que cocinar y yo en una misma frase… no. –cogió el teléfono-
Yo: Sí, mejor. Pide la pizza que quieras, me gustan todas. Yo, mientras, voy a guardar el vestido y lo demás.
Lena: Vale, ¿La quieres de jamón y queso?
Yo: Como tú quieras. –cogí las bolsas-
Lena: Ah, sí, buenas tardes. Verá, quería pedir una pizza mediana de jamón y queso..
Salí de la cocina mientras Lena pedía las pizzas. Subí las escaleras y entré en la habitación. Saqué el vestido de la bolsa, lo colgué en una percha y lo metí en el armario. Después hice lo mismo con mis zapatos y la camiseta de Lena. Me puse un chándal y bajé a la cocina. Lena acababa de hablar por teléfono.
Lena: Veo que te ha cambiado. –me miró de arriba abajo- Yo voy a hacer lo mismo. Por cierto, he llamado a los padres y dicen que se han ido a comer a un bar. A las cuatro y media o cinco han dicho que volverán. –salió de la cocina-
Yo: Bueno, pues tenemos hasta esa hora para hacer lo que queramos. –salí después de ella-
Lena: Sí, había pensado en seguir inspeccionando el trastero de los cadáveres. ¿Qué te parece? –entró en la habitación-
Yo: Pues sí. Tiene que haber un montón de cosas más. –me senté en la cama-
Lena: ¿Qué tal si después de comer, subimos y miramos todas las cajas? Podríamos sacar las fotos que haya y se las enseñamos a los padres. –sacó un chándal  del armario-
Yo: Es buena idea. Creo que les gustará volver a recordar.
-¡Ding Dong!..-
Lena: Esa debe de ser la pizza.
Yo: Vaya, son muy rápidos. –me levanté de la cama-
Lena: O a lo mejor es que tú eres muy lenta cambiándote –rió-
Yo: Já, já. ¡Qué graciosa! ¿Hay que reírse? –la miré con cara de pocos amigos-
Lena: Sí, pero no te rías y baja a abrir la puerta, que sino se llevarán nuestra pizza.
Bajé las escaleras y abrí la puerta. Me quedé un poco.. ¿Petrificada? Sí, creo que esa es la palabra.
Chico: Eh.. ¿Te pasa algo? –dijo moviendo su mano delante de mi cara-
Yo: Esto.. ¿tú no eras el que estaba allí sentado? –señalé el banco-
Chico: Mm, no. Ten, aquí tienes tu pizza. –me dio la caja-
Yo: Eh..Gracias, ¿cuánto te debo?
Chico: Nada. Invita la casa. –me guiñó un ojo y se fue-
Yo: Pero espe..
Demasiado tarde. Se había ido. Cerré la puerta y entré en la cocina. Me senté en la silla y apoyé mi cabeza en mi mano. Debía de tener fiebre o algo. Seguramente Lena tendría razón. Lo veía por todas partes, eso no es normal. En ese momento entró Lena en la cocina.
Lena: Mm.. ¡Qué bien huele!..¿Qué te pasa? –preguntó preocupada-
Yo: Creo que debo de tener fiebre o algo..
Lena: ¿Y eso? –se sentó a mi lado-
Yo: Porque, cuando he abierto la puerta, el que nos ha traído la pizza se parecía un montón al chico que nos ha seguido.
Lena: Hija, si que estás mal. Vamos a comer anda, a lo mejor es eso. –cogió la pizza y la puso en un plato-
Me levanté de la silla, cogí dos platos, dos vasos y dos fantas. Entré en el salón y lo puse todo en la mesa. Lena entró después con la pizza cortada. La puso en la mesa y nos sentamos a comer.
Lena: Bueno, ¿Y a quién dices que se parece ese chico misterioso? –mordió la pizza-
Yo: No digo que se parezca a nadie, digo que me lo he encontrado en todos lados.
Lena: Mm.. interesante. A lo mejor es tu admirador secreto –arqueó las cejas-
Yo: Déjate de royos Lena, sé de sobra que no tengo admiradores.
Lena: Sí, ya. Y yo duermo con peluche.
Yo: Ah, ¿sí?. No lo sabía. –reí-
Lena: Já, já. Muy graciosa.
Yo: Gracias. –sonreí- Pero, ya en serio, me asusta ese chaval.
Lena: ¿Por qué?
Yo: ¿Que Por qué? Pues porque no ha parado de seguirme en todo el día. Eso no es normal.
Lena: Bueno.. si lo miras así.. –cogió su plato y se levantó-
Yo: No hace falta que lo mires de ninguna manera.. Es raro. –hice lo mismo que Lena-
Lena: Bueno, tú olvídate del chaval ese y ya está. Aquí hay mucha gente rara.
Yo: Pues me tendré que acostumbrar..
Lena: Creo que sí.
Metimos los platos y los cubiertos en el lavavajillas, quitamos la mesa y lo ordenamos todo. Cuando acabamos, subimos a la habitación y nos tumbamos en la cama.
Lena: Ahora, ¿Qué hacemos?
Yo: Pues.. No lo sé.
Lena: Mm..
Hubo un silencio durante varios minutos. Hasta que Lena volvió a hablar.
Lena: ¡Vamos a terminar de mirar las fotos de las cajas! –gritó mientras saltaba de la cama-
Yo: ¡Aaaaah! –pegué un salto- Lena, por favor, no me pegues esos sustos. –me toqué el pecho- Casi me da algo.
Lena: Jajajaja. Perdón, perdón. Bueno, ¿Qué te parece la idea?
Yo: Mm.. Sí, está bien. Pero vamos a poner algo de música.
Lena: Me llevo el portátil y la ponemos allí.
Yo: Vale.
Cogimos el portátil y entramos en el “desván”. Lena colocó el portátil en una mesa vieja que había en una esquina. Levantó la persiana para que la habitación estuviera iluminada y encendió el ordenador.
Lena: ¿Cuál pongo?
Yo: Mm.. Pon la de “On the floor” ,¿Esa te gusta?
Lena: Sí, sí. Me gusta.
Lena buscó la canción y la puso.
Yo: Lena, ¿Puedo mirar mi tuenti un momento?
Lena: Sí, claro.
Me acerqué al portátil y abrí mi tuenti. Tenía un montón de comentarios de mis amigos de Madrid, mensajes privados, etiquetas.. lo típico. Desconecté el chat, puesto que sabía que me hablaría mucha gente. Miré los comentarios, todos decían lo mismo. Contesté a los que pude y miré los mensajes privados. Eran de mis amigas. Querían que volviera. Me echaban de menos, casi tanto como yo a ellas. Aunque no lo dijera, las necesitaba. Una lágrima corrió por mi mejilla. Me la limpié corriendo antes de que Lena pudiera verme, pero no sirvió de nada, Lena me vio. En ese momento, se acercó a mí.
Lena: ¿Por qué lloras?
Yo: Echo de menos a mis amigas.. –me limpié una lágrima-
Lena: Oh, cariño, no llores por eso. Aunque estéis muy lejos, a la vez estáis cerca. Verás, te voy a contar una cosa. Yo, cuando era pequeña, vivía en Madrid. Mi madre me contó que tú y yo siempre estábamos juntas y nos queríamos mucho. Pero un día, nos tuvimos que mudar aquí. Claro, tú dirás “es que cuando eres pequeño no pasa nada porque te haces amigo de cualquiera” . Y sí, es verdad, pero no te haces prima de cualquiera o sobrina de cualquiera, y yo a mi familia la tenía allí, en Madrid. Los primeros meses los pasé fatal. Siempre le preguntaba a mi madre por la abuela o por los primos y ella me decía que estaban de viaje o que ya mismo los veríamos. De vez en cuando veníais a visitarnos, pero poco a poco nos fuimos alejando. Tanto, que llegamos a olvidarnos y cada una siguió con su vida. Pero yo, no me quedé parada pensando en volver a Madrid, tenía que seguir hacia adelante, por eso hice nuevas amigas y me fui relacionando con la gente del pueblo. Es bueno conocer a nuevas personas y nuevas culturas. Sinceramente, no creo que te quedes aquí para siempre, pero en  este tiempo que vas a estar aquí tienes que seguir hacia adelante y no pensar en que las has perdido, porque si verdaderamente son tus amigas estarán ahí siempre. Así que ahora, ve al baño y límpiate a cara hija, que la tienes llena de churretes –rió-
Yo: Vale –sonreí y la abracé- Lena, muchas gracias. Eres lo mejor.
Lena: De nada, sólo quiero ayudarte –sonrió-
Le devolví la sonrisa y me dirigí al baño. Me limpié la pintura que se me había corrido y me volví a pintar bien. Salí del baño y entré otra vez en el “desván”. Lena estaba cambiando la canción.
Lena: Ah, ya estás aquí. Bien, empecemos que hemos perdido bastante tiempo. –dijo mirando el reloj-
Yo: Vale, empecemos.
Abrimos algunas cajas y sacamos lo que había dentro. Mientras ella miraba una, yo miraba otra. En la mía solo habían objetos antiguos y cosas parecidas. Entonces, saqué una caja vieja. La abrí y vi que dentro tenía algunas fotos. Empecé a mirarlas. Eran de cuando Lena era pequeña, pero yo no salía. Seguí pasando las fotos hasta que una me llamó la atención…

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