miércoles, 8 de junio de 2011

Capítulo 35.

Rieron. Me soltaron y se secaron las lágrimas. Después de otros varios minutos despidiéndonos con frases como “ nunca te olvidaré” ,“Eres la mejor” y cosas así, volví a casa. Mis padres ya estaban listos para salir. Revisé mis cosas por última vez. No se me olvidaba nada. Nos montamos en el coche y nos dirigimos al aeropuerto. Allí esperamos hasta las doce y media para montarnos en el avión. Nos sentamos en una de las filas que eran de tres personas. Me abroché el cinturón, saqué mi móvil ,me puse los auriculares y emprendimos el viaje.
Miré la hora. Las diez y cuarto. Miré por la ventana. Me alejaba de mi casa, de mi ciudad, de mi país, de mis amigas.. Una lágrima recorrió mi mejilla en silencio. Me la sequé. Desabroché el cinturón de seguridad,  cerré los ojos y me dormí.
-Fanny..Fanny..Fanny cariño, despierta.- dijo alguien mientras me zarandeaba muy flojito-
Yo: Mm.. ¿Qué? –dije con los ojos medio cerrados-
Mamá: ¿No quieres comer algo?
Yo: No mamá, no tengo hambre.
Mamá: Pero Fanny no has comido nada.
Yo: Da igual mamá, no tengo hambre. Tengo sueño.. –dije cerrando los ojos de nuevo-
Mamá: Bueno, si tienes hambre avísame.
Yo: Sí..
Me quité los cascos y guardé el móvil. Cerré los ojos de nuevo y me dormí.
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------
-¡Señores pasajeros, tengo que comunicarles que el motor del avión se ha averiado. Hemos intentado contactar con el aeropuerto de Canadá pero no contestan. Por favor, siéntense y que no cunda el pánico!- dijo una muchacha en varios idiomas-
Pegué un salto y miré a mi alrededor. La gente no sabía qué hacer, algunos llamaban por teléfono a quien sabe, otros gritaban horrorizados, otros corrían de un lado otro.
Miré por la ventana. El avión estaba cayendo hacia el suelo a gran velocidad. No sabía qué hacer. Mis padres estaban pálidos. Volví a mirar por la ventana. Una de las alas del avión estaba en llamas. Hacía calor. Me estaba mareando. Hacía calor. Todo me daba vueltas.
-¡POR FAVOR, SIENTENSE EN SUS ASIENTOS, MANTENGAN LA CALMA, TODO SE ARREGLARÁ! –dijo una de las azafatas-
Cuando ésta terminó de hablar, una de sus compañeras se acercó muy pálida y le dijo algo en el oído. De repente, ella también se puso pálida.
-¡ SEÑORES PASAJEROS, TEMO COMUNICARLES QUE NUESTRO PILOTO ESTÁ INCONSCIENTE Y EL PILOTO AUTOMÁTICO NO FUNCIONA, SIENTENSE, POR FAVOR!
Empecé a mirar hacia todos lados sin saber qué hacer. De pronto, sentí que mi brazo izquierdo me ardía. Me miré el brazo. Lo único que pude hacer fue pegar un grito y empezar a saltar mientras soplaba. Mi brazo estaba en llamas. La gente paró de correr, mis padres intentaban apagarlo, mi brazo cada vez me dolía más, la gente gritaba horrorizada por la escena. El fuego se extendía por mi cuerpo mientras yo no sabía qué hacer, hasta que llegó el punto en el que el fuego era lo único que podía ver. Escuchaba a la gente pidiendo ayuda unos a otros, gritando y a la vez pidiendo calma. Un gran estruendo hizo que el ruido cesara y todo se volviera negro. Ya no me quemaba, ya no oía voces ni veía a la gente. Sentí como si mi cuerpo se hubiera esparcido en trozos que hubieran salido volando.
-Fanny..Fanny despierta-
Pegué un salto y miré a mi alrededor. Gente escuchando música, mirando por la ventana, vendo películas, leyendo revistas..
Mamá: Fanny, ¿Qué te pasa? Estás muy pálida y estás chorreando –dijo mientras me tocaba la frente- ¿Tienes fiebre? Estás muy caliente.
Yo: No mamá, he tenido una pesadilla. Nada más. Ya se me pasará.
Mamá: Bueno, pues si es eso..
Yo: ¿Y por qué me estabas llamando?
Mamá: Porque ya estamos llegando.
Yo: ¿Ya? Qué rápido.
Mamá: Es que te has tirado dormida todo el camino.
Yo: Mejor. ¿Y cuánto queda?
Mamá: Unos minutos. Mira –dijo señalando el dibujito de arriba- Dice que ya hay que ponerse los cinturones.
Yo: Es verdad –dije mientras lo miraba-
Me abroché el cinturón y miré por la ventana. Qué bonito era aquello. Me eché en la butaca y cerré los ojos. Me dolía un poco la cabeza.
-¡Mamaaaaaaaá!- grité mientras daba un salto-
Mamá: ¡¿Qué?! ¿Qué pasa? –respondió asustada-
Yo: ¡No me he despedido ni de Claudia ni de Isa!
Mamá: Bueno, llámalas.
Yo: Pero mamá, no va a ser lo mismo..
Mamá: ¿Y qué quieres que hagamos?
Yo: … ¿Volveremos pronto para visitar a los abuelos?
Mamá: Ah.. no te lo hemos contado..
Yo: ¿El qué?
Mamá: Los abuelos llamaron antes y dijeron que tu tía Vicky les invitó también para que no se quedaran allí.
Yo: ¡¿Eso significa que no vamos a volver?!
Mamá: No lo sé.. Volver vamos a volver, pero no sé cuándo. Pero ya verás como allí haces mas amigos. La academia te sirvió de mucho.
Yo: ¡Pero mamá yo quiero volver!
Papá: ¿Qué pasa?
Yo: Papá dime que  vamos a volver. –dije con los ojos emborronados-
Papá: No lo sé.
Yo: ¡Eso es un no! ¡Me lo dijisteis! ¿Por qué me mentisteis?
Mamá: No te mentimos, no sabíamos que los abuelos también iban a venir.
Yo: ¡Pero..!
Papá: ¡Ya basta! Volveremos cuando tengamos que volver. Ahora, siéntate bien.- ordenó-
Me senté bien y no volví a hablar durante lo que quedaba de camino. Cuando aterrizamos, bajamos del avión y fuimos a buscar las maletas. Salimos a la gran “sala de espera” cargados con el equipaje.
Yo: Mamá, ¿Cómo sabéis dónde viven los titos?
Mamá: No lo sabemos. Tienen que estar por aquí. –dijo buscándolos entre la gente-
Yo: ¿Y cómo los vas a reconocer si hace unos cuantos años que no los veis?
Papá: Porque tienen un cartel con nuestro apellido. –dijo buscando también-
Yo: Ah, ahora todo tiene sentido..
Mamá: Mirad, están allí. –señaló a tres personas que llevaban un cartel con nuestros apellidos- Vamos.
Nos acercamos a ellos mientras esquivábamos a la multitud acumulada en la salida. Gente que se saludaba alegre, abrazos, lágrimas de felicidad, de tristeza, despedidas.. Espero que esas lágrimas de felicidad acompañen el momento en el que volvamos a Madrid, y que ese momento sea pronto.
Mamá: ¡Vicky! ¡Cuánto tiempo! –la abrazó-
Vicky: ¡Cariñooooo! –la abrazó también-
Todos se empezaron a saludar. Suerte que también hablaban español, aunque tampoco sería un problema hablar con ellos en inglés, tengo mucho nivel gracias a la academia. Me quedé mirando a mi prima Lena. Aparentaba mi edad, más o menos. Mamá no me dijo que tenía mi edad, pensé que sería más pequeña. Mucho más pequeña. Tenía el pelo largo, ondulado, castaño, ojos color canela y era bastante alta. Iba vestida con un jersey de rayas, unos vaqueros y unas botas.
Rafa: ¿Y mi sobrina favorita? –dijo abriendo los brazos mientras me miraba-
Me acerqué sonriendo y le di un abrazo. Me estrujó tan fuerte que casi me ahoga.
Yo: Vale tito, ya. –balbuceé casi sin respiración-
Mi tío me soltó riendo, me dio un beso en la mejilla y comenzó a hablar con mi padre, que acababa de terminar de saludar a Lena. Mi prima se me quedó mirando como si no supiera qué hacer. Yo hice lo mismo durante unos minutos hasta que ella habló.
Lena: Hola –dijo sonriendo-
Yo: Hola- le sonreí también-
Mamá: ¿Así os vais a saludar? ¡Anda y abrazaros! –nos empujó una contra la otra-
Nos abrazamos sonriendo y después nos separamos.
Yo: Bueno, ¿qué tal si nos vamos ya de aquí? Hace calor –me abaniqué con la mano-
Vicky: Sí, será mejor que nos montemos en el coche.
Yo: ¿Cuánto hay de aquí a.. vuestra casa?
Rafa: Pues una media hora.
Yo: Ah, perfecto.
Papá: Bueno, pues vamos ya.
Cogimos las maletas. Lena me ayudó a coger mi equipaje. No sé por qué, pero creo que Lena y yo nos vamos a llevar bien. Salimos del aeropuerto y nos metimos en los aparcamientos. Después de varios minutos andando, llegamos al coche. Era un 4x4 negro, muy grande y súper limpio. Me quedé mirando el coche con los ojos como platos. Era gigante.
Papá: Fanny, pásame tu maleta.
Yo: Ah, sí. La maleta. –dije cogiéndola-
Le di la maleta y me monté en mi asiento, junto a Lena. Mi tío se sentó al volante, mi padre en el asiento del copiloto, mi madre y mi tía se sentaron detrás suya y nosotras en los asientos de atrás. Miré por la ventana. Todo estaba verde. Vacas y caballos por los valles, ríos, pájaros volando y cantando.. Todo era precioso. Pero extrañaba mi ciudad, mi gente, mis amigas, mi hogar.. Todo. Pero bueno, pronto volveré.
Yo: Mamá, ¿Cuándo venían los abuelos?
Mamá: La semana que viene. –dijo dándose la vuelta-
Yo: Ah, vale.
Volví a mirar por la ventana y mi madre siguió hablando con mi tía.
Lena: Bueno, ¿Qué tipo de música te gusta?
Me giré y la miré. Tenía una sonrisa dibujada en la cara.
Yo: Pues, de todo, aunque mi cantante favorito es Usher. ¿Y tú?
Se quedó pensativa unos segundos, luego contestó.
Lena: Pues no tengo ningún cantante favorito en especial. Suelo escuchar de todo.
Yo: Pues mira, ya tenemos algo en común –reímos-
Lena: Sí, creo que tú y yo nos vamos a llevar bien. –sonrió-
Yo: Yo también lo había pensado. ¿Cuántos años tienes?
Lena: Dieciséis, ¿Y tú?
Yo: Lo mismo.
Lena: Pues entonces supongo que iremos al mismo curso.
Cuando dijo eso una punzada se me clavó en el centro de mi corazón. No había pensado en eso. Tenía que dar clases aquí, sin mis amigas cotilleando ni mis amigos haciendo el tonto en clase. Una lágrima recorrió mi mejilla. Me la limpié.
Lena: ¿Te pasa algo? –me miró preocupada-
Yo: No, no pasa nada. –sonreí- Pues me alegro de que tengas mi edad. Eso ayuda a entenderse. Por cierto, me tienes que enseñar todo esto.
Lena: Claro, si quieres mañana te enseño algo y vamos de compras.
Yo: Perfecto, me hace falta renovar ropa –reí-
Lena sonrió y comenzó a mirar por la ventana. Yo hice lo mismo. La gente paseaba por las calles. Había muchos carteles de bares, gasolineras y cosas por el estilo, pero uno me llamó la atención. Ponía “Bienvenido a Stratford”. Stratford.. Ese nombre.. Lo había escuchado antes, pero no sé de qué. Bah, seguramente será que mamá me dijo que veníamos aquí.
Giramos varias calles a la derecha y luego a la izquierda hasta que mi tío paró el coche delante de una gran casa.
Rafa: Bueno, hemos llegado. –dijo mirando hacia atrás-
Todos comenzaron a bajarse. Cuando salió mi tía, bajamos el asiento y salimos Lena y yo. Me quedé mirando la casa. Era gigante. Tenía un gran jardín con un mini estanque de peces, flores, una canasta de baloncesto, y un gran árbol del cual colgaba un columpio de madera. Tenía dos pisos y estaba pintada de un naranja muy clarito. Era muy bonita.
Mamá: Fanny, ¿ayudas? –dijo acercándome una maleta-
Yo: Sí, claro.
Cogí la maleta y me dirigí a la entrada de la casa. No podía esperar a verla por dentro. Si por fuera era así, por dentro tenía que ser una mansión. Mi tía sacó las llaves y abrió la puerta. Entramos. Solté la maleta. Yo no paraba de mirar de un lado a otro. Había un pequeño vestíbulo decorado con cuadros, una alfombra y algunas figuras. Entré en el salón. El suelo de toda la casa era de parqué. En el salón, otra gran alfombra, cuadros, una mesa muy grande para comer con sillas alrededor, un gran televisor colgado de la pared, una chimenea, sofás junto a una mesita y unos grandes ventanales que daban al jardín. Era una casa de ensueño.
Vicky: ¿Qué tal si subes con Lena a vuestra habitación? –dijo cogiéndome de los hombros-
Yo: Sí, vamos. –salí del salón-
Cogí mi maleta y subí las escaleras. Había un gran pasillo con varias puertas cerradas. Cinco en total. Supuse que una era del cuarto de Lena, otra el cuarto de mis tíos, otra el baño, otra el cuarto de invitados y la quinta no sabía de qué podía ser.
Lena se acercó a una de las puertas y la abrió.
Lena: Bueno, éste es mi cuarto. –dijo mientras me abría paso-
Miré hacia todos lados, el cuarto estaba…


No hay comentarios:

Publicar un comentario